Verde


Nati nos regaló
un plantín
a cada uno.
Yo elegí el cactus
más firme
más erguido, 
el de las espinas.

Salimos a la calle
cada uno se fue
para su lado,

con la maceta de colores.

Caminé por Estados Unidos,
doblé en Perú,
pasé por la puerta
de un restaurant
y me sorprendió 
un recuerdo ahí dentro,
y la imagen
de mi suéter verde
olvidado
en el auto
que solía ser
de amor.


Ahora estoy en el 24,
con una misma mano agarro
mi cactus violáceo

y un libro de Mariano Blatt,
que conseguí 
a Cien Metros de la Orilla.
Con la otra mano
me sostengo fuerte
para no caerme
y arruinar
mi planta.

Miro dos bichos bolita
uno es grande,

el otro pequeño,
recorren la tierra
cada cual por su lado.

Pienso
ojalá no traspasen los límites
de la maceta.

la naturaleza es inteligente,
me digo,
no se van a lanzar
a la ciudad.

Pienso en la energía
de los regalos de hoy.

Sara fue a Francia,
imaginó
qué postal nos daría
a cada uno.
Le recomendaron unas galletitas
que probó
y entonces
compró para nosotros.

Nati eligió macetas,
le contó a Sebastián 
que quería armar 
plantines
para sus alumnos.

En el campo

con el sol y la tijera de podar,
las manos se sumergieron 
en la tierra.
Luego, 
una caja se llenó
de nuevas plantitas 
listas para irse
a San Telmo.

Voy arriba del 24,
y pienso que algo
muta
se renueva.
Guardo el libro de Blatt
para agarrar fuerte 
la maceta,
y me baño
con los colores
de mi nueva planta. 

En un rato,
pondré  en la ventana
el cactus,
y pegaré la postal de Lartigue
en algún rincón.

Mis regalos
quedarán a la vista
para compartir,
y así multiplicar
la energía
de ese amor.

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